La exaltación como fin

10.11.2023

"Un regreso conmovedor, se despide con un milagro al margen del tiempo, un clásico instantáneo, una nueva obra maestra, nos devuelve al gran cine, café para cafeteros, ..."


Y un sin fin de titulares similares hemos podido leer estos últimos meses, incluso años. Cada vez que llega un estreno de algún gran director: Spielberg, Nolan, Scorsese, Tarantino, Miyazaki... O grandes actores y sagas. Más concretamente tras el estreno de "El chico y la garza o Los asesinos de la luna", dos de las grandes películas de este año, o eso es lo que prometía el eco de algunos críticos tras los primeros pases de estas esperadas obras.


No os lo oculto, ninguna de estas dos películas nos ha dejado buen sabor de boca, muy lejos de lo que esperábamos de ellas y de sus directores. Culpables, en gran parte, de que muchos de nosotros, amantes directos de sus películas, de sus mundos o de su herencia cinematográfica hayamos aprovechado nuestro tiempo de ocio para poder ver estas y otras obras de reputados directores y actores, de las que esperamos una altísima calidad y disfrute como nos han podido malacostumbrar anteriormente. Ya sea por esa herencia qué comentábamos o por las halagadoras críticas que han podido recibir de forma publica en webs, vídeos o redes. Y es precisamente esto el problema qué me venía a la mente estas últimas semanas.

En el anterior articulo de "Analizando..." os hablaba de como el marketing nos puede precipitar y generar unas expectativas poco acordes a la calidad real o percibida de una producción, hoy quiero debatir sobre la alabanza inmerecida, por qué muchas veces somos incapaces de criticar con la dureza adecuada una película flojita, poco original, aburrida o exageradamente lenta, por el simple hecho de formar parte de la carrera de alguno de estos artistas o franquicias con los que hemos disfrutado tanto.


No voy a profundizar mucho, tenéis en la web nuestras críticas en detalle de "El chico y la garza" (Hayao Miyazaki) y "Los asesinos de la luna" (Martin Scorsese). Qué si bien no son calificables de malas películas, no están ni siquiera cerca de obras maestras como "El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke o Toro salvaje, Taxi Driver, El lobo de Wall Street..." Entre otras de estos dos genios en concreto.Ritmos agotadores, agujeros de guion, músicas irrelevantes o historias sin "demasiada chicha". Fallos qué nos hacen preguntarnos qué lleva a un crítico a elevar a mito una película, aunque no está a la altura. Y creemos que el fenómeno fan, a veces, pesa demasiado y nos hace no ser consecuentes con lo que vemos. Es más, deberíamos ser más exigentes con aquellos que sabemos que pueden hacerlo mejor, y no pasa nada por decir qué no ha estado a la altura, es una cualidad humana y es lo que nos hace especiales. Con perdón de la comparación, hasta Messi falla goles.

Y es que muchas veces tratamos de mantener en un pedestal a nuestros ídolos hagan lo que hagan. Spielberg tiene "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", Tarantino "Death Proof", Coppola "Twixt". Y parece qué se nos olvidan cuando hablamos de su legado, Tarantino es un ejemplo perfecto, todos estamos ansiosos esperando la que sería su última película, sabiendo que pretende hacer solamente 10, y cuando repasamos las anteriores obviamos "Death Proof", negamos que haya altibajos incluso en carreras tan largas.


No es necesario ni conveniente endiosar a nadie por mucho qué admiremos o hayamos disfrutado con ellos, tampoco obviar los errores. Así podremos disfrutar, más incluso, con intriga y curiosidad lo nuevo y lo bueno que nos falta por descubrir. Porque de eso se trata el cine, de crear y descubrir mundos nuevos disfrutando de lo qué nos aporta este arte sin límites.


por David Ascaso.