La Barrera de la realidad

24.06.2024


"La realidad siempre supera la ficción" - Oscar Wilde.

Una frase que todos hemos escuchado e incluso usado. Y que no puede ser más acertada: el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. No sería la primera vez que un guion basado en hechos reales debe cambiarse y suavizarse por resultar demasiado fantasioso.

En el cine y las series abundan historias de supervivencia, descubrimientos científicos o crímenes reales que sobrepasan la barrera de la realidad para la vox populi: Zodiac, La sociedad de la nieve, El lobo de Wall Street, 127 horas o Dahmer son solo algunos ejemplos de obras basadas en hechos reales, que difícilmente saldrían de una mente creativa, llenándonos de fascinación por situaciones insólitas.


Aquí quiero hacer una importantísima distinción entre los documentales y las series/películas biográficas:

En los primeros, podemos catalogar las producciones que buscan narrar y/o mostrar de la forma más fidedigna posible los hechos, descubrirnos nuevas investigaciones o lo que hay más allá del titular de las noticias y artículos de prensa. Este formato nos aporta una visión lo menos sesgada y distante de la realidad posible, pues su función es más educativa o periodística que de entretenimiento.


Por otra parte, contamos con las ficciones biográficas, las cuales, dentro de su función de entretenimiento y sobre todo generación de emociones, pueden hacer el ejercicio de acercarse lo máximo posible a los hechos.

Pongamos como ejemplo la galardonada "Sociedad de la nieve". Al igual que "Viven", tiene la dura fortuna de contar con testimonios reales y documentos para copiar los sucesos, y hace uso de ellos tratando de duplicar las situaciones y conversaciones tal como ocurrieron.

Pero este intento nunca va a ser totalmente real. La memoria cambia conversaciones, la trama necesita adaptaciones para ser más fácilmente entendible, las interpretaciones de los actores e inevitablemente el aura que estos desprenden… Y estas diferencias dan origen a un sesgo, intencionado o no, que afecta nuestra percepción, conocimiento de los hechos, empatía y sentimientos.


Después de ver una serie biográfica de moda que comentaremos más adelante, empecé a ser consciente de que esto podría ser un problema, especialmente en hechos delicados como nuestra percepción de delitos y delincuentes. Podemos ya no ver al villano y al héroe como tal, no nos fijamos o le damos prioridad en nuestra percepción al sesgo de la justicia o sentido común.

Y os pondré un ejemplo para abrir boca: Condenado por estafar 200 millones de dólares a más de mil inversores, condenado por fraude bursátil, lavado de dinero, manipulación del mercado de valores, drogadicto, adúltero… digamos que un mal tipo, ¿no? ¿Ya sabemos de quién hablamos?

Con una interpretación estelar de Leonardo DiCaprio, Jordan Belfort pasa a ser un crack, un máquina, un tifón, un mastodonte, un referente y un gran estratega. Y por graves que son sus delitos, podríamos estar de acuerdo en que hay criminales peores, de los que ya aparecen en producciones de la categoría "True Crime". Empezamos a ver cómo la interpretación, el guion, los actores, la forma de narrar la historia y el punto de vista afectan sobremanera nuestra forma de posicionarnos o de catalogar la gravedad de los hechos reales.


Como declarado seguidor desde hace años de "Crímenes imperfectos", o más recientemente la extraordinaria "Crims" (Crímenes) de la TV y radio catalanas, siempre me ha llamado la atención descubrir cómo dan con el asesino, el móvil y todos los detalles de estos hechos. Pero, a diferencia de la novela negra, esto es, ha sido y será la vida real. Hay una víctima de carne y hueso con familia, y un criminal entre nosotros. Más allá de la curiosidad o el morbo, hay que tener claro de qué bando estamos y tener el respeto que se merece. Soy abierto a todo tipo de humor, pero no nos confundamos, bromear con esto ya es humor negro profundo. El contexto y la forma en que podemos o no hacer, a criterio personal, humor o comentarios sobre Hitler y los Nazis, las bromas sobre Dahmer o el caso Asunta han perdido dureza tras el estreno de sus series.


No hay director que se atreva o haya conseguido financiación para ponernos en el punto de vista de los Nazis (El Hundimiento) sin que perdamos el sesgo de nuestro bando real. ¿Por qué no nos pasa igual en otras creaciones? Narcos, Uno de los Nuestros, Atrápame si puedes…

Esto es responsabilidad en parte nuestra, por supuesto. Pero también de las propias ficciones. ¿Qué beneficio trae a la trama tratar un hecho y venderlo como real pero incluirnos adrede partes no reales que pueden cambiar nuestra percepción de la trama? Como vemos en el Caso Asunta, hacernos ver una posible versión de los hechos, una hipótesis totalmente descartada por los investigadores.

Estas licencias narrativas, en mi opinión, ensucian y restan valor a trabajos brillantes como los de los actores, director, guionistas y demás miembros implicados. Y generan, tristemente, la sensación en el espectador de estar ante una ficción más, una cuestión interpretativa a merced de la obra y no de la realidad.


No perdamos nunca el foco: es responsabilidad nuestra a pesar de los vaivenes y sesgos sociales, informativos y culturales. Depende de nosotros buscar la verdad y ser conscientes de la realidad.


Por David Ascaso.