Guillermo Tell

La leyenda suiza renace con épica fuerza visual y emocional


Dirigida por Nick Hamm, Guillermo Tell es una ambiciosa producción británica que rescata la mítica figura del héroe suizo para el gran público contemporáneo. La cinta, protagonizada por un imponente Claes Bang, reconstruye con pulso firme uno de los relatos más icónicos del imaginario europeo: el del hombre que desafió la tiranía con una ballesta en mano y una voluntad inquebrantable.

Desde sus primeras escenas, la película marca un tono sobrio y elegante, apoyado en una dirección artística de gran nivel. El vestuario, la ambientación y el diseño de producción nos transportan con verosimilitud a una Suiza medieval convulsa, en pleno conflicto ante la amenaza del expansionismo austriaco. En este contexto, Guillermo Tell emerge como un símbolo de resistencia, primero desde las sombras y, más adelante, como líder visible de una revolución que cambiaría para siempre el rumbo del país.


El guion estructura con acierto la evolución del personaje, presentándonos en su primera mitad a un Tell pacifista, empeñado en resolver los conflictos sin violencia. No obstante, un suceso clave —la ya célebre escena en Altdorf, donde se niega a arrodillarse ante el sombrero imperial— marcará un antes y un después en su vida. El momento en que es forzado a disparar su ballesta hacia una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo, bajo amenaza de muerte, está filmado con una tensión y una carga simbólica que cortan la respiración.

Tras este punto de inflexión, el relato se torna más oscuro y enérgico, con un Tell que abraza la violencia como única vía para liberar a su pueblo. Claes Bang sostiene el peso del relato con una interpretación contenida pero poderosa, transmitiendo la rabia, el dolor y la determinación del personaje sin caer en el exceso. Su presencia en pantalla es magnética, y cada gesto suyo parece pensado para alimentar la leyenda.


En lo visual, Guillermo Tell no escatima en recursos. La fotografía realza los paisajes montañosos y las escenas de batalla con una belleza cruda y épica que recuerda inevitablemente a títulos como Braveheart o Robin Hood. No obstante, lejos de ser un simple pastiche de estos clásicos, la película encuentra su propia voz, anclada en el folclore suizo y en una puesta en escena cuidada hasta el más mínimo detalle.

En definitiva, Guillermo Tell es una obra contundente, vibrante y emotiva. Una producción que honra la leyenda original y la reinterpreta con madurez cinematográfica. Imprescindible para amantes del cine histórico, las epopeyas medievales y los relatos de resistencia frente al poder.


Por Pablo Fernández.