Cerrar los ojos

22.09.2023

Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue su íntimo amigo, el director Miguel Garay. 

¿Qué opinamos?


30 años después el estreno de su último largometraje y justo 50 años desde del estreno de su mítica película "El espíritu de la colmena", Víctor Erice regresa de nuevo a las pantallas españolas con "Cerrar los ojos", un thriller con tintes autobiográficos.

En su cuarto largometraje, Erice nos trae la historia de Miguel Garay, un director de cine retirado cuyo pasado tocará a su puerta en forma de un programa de televisión llamado "Casos sin resolver". Este programa reabrirá la desaparición aún por determinar del mejor amigo de Garay, el actor Julio Arenas, quién se desvaneció durante el rodaje de la película inacabada del director de la cual él era el protagonista.

Víctor Erice nos trae como protagonista de su historia una especie de alter ego, un director un tanto bohemio, desprendido por completo de todo lo que conlleva la vida del artista. Lejos queda el aura de cineasta y escritor de éxito; para Miguel Garay la vida discurre al margen de la sociedad, en un terreno donde cultiva su huerto y pasa las noches cantando como un cowboy más de la película "Rio Bravo" junto a su grupo de amigos, almas libres como él.

Si para Víctor Erice Miguel Garay es un aparente alter ego, "Cerrar los ojos" parece por momentos su propia versión de "Cinema Paradiso". El guion del largometraje queda constantemente impregnado por la alabanza al cine, ese espacio tan sagrado para Erice; tanto, que él desea, y así lo ha pedido expresamente, que su película sea vista sólo en esas salas donde la magia cinematográfica cobra vida. A través de Miguel Garay y especialmente del personaje de Max, el montador sus peliculas y una especia de fiel escudero, Erice transmite un amor por el cine de antes, ese cine que se reproducía en bovinas y se guardaba en latas.

Pero si Erice destaca algo del cine no solo es el hecho de que este sea un medio para contar historias, sino también la capacidad que las películas poseen para ser guardianas de la memoria. El largometraje inacabado del protagonista trae el pasado al presente una y otra vez y el cine encuentra un nuevo propósito. Las películas recogen momentos de ayer, como una memoria guardada en latas, siempre lista para ser desempolvada y proyectada, ya sea en un viejo salón o en el antiguo cine de un pueblo remoto.

En este drama con cierto aroma a nostalgia, el cine no es el único protagonista; Víctor Erice y Michel Gaztambide escriben un guion a cuatro manos en el que también la memoria se convierte en pilar para plantear una pregunta esencial: ¿qué ocurre cuando los recuerdos pasados son demasiado dolorosos para que la mente pueda soportarlos? Miguel Garay se dará cuenta de que sus intentos por perder esa memoria que a veces le atormenta han sido en vano; su pasado en forma de amigos perdidos, amores de juventud y una profesión que de algún modo nunca le ha abandonado, vuelve a su vida con más fuerza que nunca. La memoria no sólo reside en el cine sino también en la mente de unos protagonistas que la hacen frente de maneras muy diferentes.

Todas las ideas que explora el guión de "Cerrar los ojos" quedan perfectamente entrelazadas de manera armoniosa en las dos partes en que parece diferenciarse la película: durante casi dos horas la historia de Miguel Garay, la historia de su vida y su memoria, se fusiona con la narrativa sobre la desaparición de Julio Arenas; un historia que contiene los toques justos de misterio para retener la atención del espectador hasta confluir, durante la última hora, en una reflexión sobre la identidad, la desmemoria y la confrontación de los protagonistas con sus fantasmas del pasado.


En una demostración más de maestría, Víctor Erice nos propone una historia con numerosos temas y capas que se desarrollan en un guión estructurado de manera impecable y rodado en dos estilos opuestos: un estilo es más clásico y a través de él el director traslada al espectador a esa película que compartieron en el pasado los dos protagonistas. Con ella, Víctor Erice crea un círculo perfecto abriendo y cerrando su largometraje y coincidiendo curiosamente con el principio y el final de esa película dentro de otra película. Junto con ese estilo clásico, el largometraje combina un estilo más moderno, con el que el director habla de los momentos presentes; sin embargo y de manera curiosa, es con este estilo con el que el guión habla con mayor melancolía. Una pequeña contradicción entre estilo y contenido que enriquece aún más la historia.

El talento de Víctor Erice como director se combina con el trabajo de 3 protagonistas de excepción. Manolo Solo encarna magistralmente a Miguel Garay protagonista de este largometraje junto Julio Arenas, interpretado por un siempre exquisito José Coronado. Completa el cartel protagonista Ana Torrent, quien encarna a la desalentada hija del desaparecido actor Julio Arenas. Ana abandonó hace tiempo toda esperanza de encontrar a su padre y decide vivir ignorando su ausencia; sin embargo, un descubrimiento la hará confrontar irremediablemente su pasado y su propia identidad. Con "Cerrar los ojos" Ana Torrent cierra además un círculo en su propia trayectoria profesional que se abrió hace 50 años, cuando siendo una niña se puso por primera vez a las órdenes del director en su mítica película "El espíritu de la colmena".

"Cerrar los ojos" supone el regreso triunfal a nuestras pantallas de uno de los mejores directores de nuestro cine, quien después de 30 años vuelve a demostrar su maestría. La película nos sumerge en una trama rica y reflexiva, donde cada escena, diálogo y recurso audiovisual está cuidadosamente planeado para ofrecer una de las mejores propuestas del cine español de este año. Erice, el maestro, está de vuelta, y lo hace recordándonos el lujo y la suerte que es tenerlo de nuevo en nuestras pantallas.


Por Ainhoa Mela.


Entrevista a Ana Torrent

Ana, trabajaste por primera vez con Víctor Erice hace 50 años en su película "El Espíritu de la colmena" Era tu primera película y también la suya ¿Cómo te has sentido al reencontrarte en "Cerrar los ojos" con el hombre con el que empezó todo?

En realidad no ha habido un reencuentro, más bien diría que "Cerrar los ojos" me ha permitido descubrirle como director. Víctor y yo nos hemos visto todos estos años, hemos seguido manteniendo el contacto y una cierta relación. Por eso no puedo hablar de reencuentro. Pero sí le he descubierto en su faceta profesional.

Pero desde "El espíritu de la colmena" sí habíais vuelto a trabajar juntos en otros proyectos.

Sí, eso es verdad; hace como diez años también trabajé con él en una película que hizo junto a otros muchos directores sobre el desastre nuclear en la central de Fukushima. En ese proyecto cada director dirigía una pieza y me llamó, pero era otra cosa; no era un personaje en un largometraje como este, era una cosa muy pequeña. Por eso para mí "Cerrar los ojos" ha supuesto tratarle por por primera vez de actriz a director, por decirlo así. Porque claro, cuando rodamos "El espíritu de la colmena" yo tenía seis años y no era actriz, era otra cosa.


¿Y qué has descubierto de él como director con esta película?

Que es un director muy meticuloso: para él absolutamente todo tiene un sentido y un significado. Cada escena, desde la ropa que llevas hasta una bufanda que te has puesto, su color, un objeto que hay en la mesa, tanto si es tuyo como si lo ha traído él; todo tiene su sentido. Cada pequeño detalle está muy pensado y muy trabajado.


¿Ha sido importante para ti volver a trabajar con Víctor Erice?

Mucho, es una emoción tremenda. Me acuerdo del día que Víctor me llamó y me habló por primera vez de esta película. Vino a verme a una obra de teatro que estaba haciendo, después nos fuimos a cenar y me propuso el papel. Me acuerdo de la emoción que sentía cuando volvía a casa porque Víctor iba a hacer una nueva película después de tantos años y quería que yo estuviese con él. Me acordé de mis padres, de mi infancia, me transporté a otra época. Víctor es una persona importante en mi vida, no solo como director.


Me parece un dato muy curioso que tu papel en "El espíritu de la colmena" se llamaba Ana y en "Cerrar los ojos" también tu personaje se llama Ana. ¿Escribió Víctor este papel para ti específicamente y por eso le puso tu nombre o fue todo una casualidad?

Bueno, en "El espíritu de la colmena" mi personaje en realidad no se llamaba Ana, creo recordar que se llamaba Delia. Pero yo entonces tenía seis años y a los seis años uno confunde la realidad y la ficción. Los niños a esa edad todavía no distinguen. Y llegó un día Víctor, me sacó del colegio y me dijo que me llamaba Delia. Yo no hacía más que decirle que yo no era Delia, que yo era Ana, que por qué me iba a poner a mí otro nombre. Y así fue cómo mi personaje acabó llamándose Ana. En el caso de "Cerrar los ojos" lo cierto es que Víctor nunca me ha dicho si ha llamado a mi personaje por mí. Seguramente ese sea el caso porque ya tenemos una relación desde hace tiempo y vino a hablarme de la película y me dijo que tenía un personaje para mí; pero no lo sé a ciencia cierta. 


¿Esta Ana tiene algo que ver con la Ana de "El espíritu de la colmena"?

Esta no es la Ana del espejo. Es cierto que hay ciertas referencias a aquel personaje de "El espíritu de la colmena" porque en esta película hay una especia de cine dentro del cine, un juego de identidad; la película de hecho habla precisamente de eso, de los nombres, de quiénes somos, del peso del pasado, de la memoria. Y todo ello se concentra en el personaje de Ana. Pero mi personaje no es aquella niña de "El espíritu de la colmena" 50 años después. Esta es otra Ana.


En "Cerrar los ojos" hay una escena que recuerda mucho a otro momento de "El espíritu de la colmena" cuando cierra los ojos y repites "Yo soy Ana" ¿Crees que se cierra aquí el círculo que se abrió con "El espíritu de la colmena"?

Eso es más una pregunta que le haría a él. Es verdad que Víctor ha tardado en volver a hacer una película pero a lo mejor nos sorprende el año que viene queriendo hacer otra y todavía no cerramos el círculo (risas). "Cerrar los ojos" es una película en la que hace una reflexión sobre la importancia del cine, de las imágenes; parece que al hacer ciertas reflexiones él está dando pie a que cada uno haga su lectura pero a si él está o no cerrando un círculo con esta película a ciencia cierta sólo lo puede decir él. Por mi parte, a nivel personal, puedo decir que sí hay una especie de círculo que se cierra; al fin y al cabo yo empecé a hacer cine gracias a Víctor.


Decías que cuando trabajaste con él siendo una niña no eras actriz, eras otra cosa y ahora eres una actriz consagrada en la profesión.

Sí, ahora puedo decir que lo soy. Iba a decir que lo soy por él pero también es por mí. Hay que prepararse, trabajar y bueno, también hay que valer para esto. Pero evidentemente a lo mejor este camino profesional nunca lo hubiese seguido si aquel día Víctor no me hubiese visto en el colegio.


¿Qué es lo que más te ha costado al enfrentarte a esta Ana?

Quizá lo que voy a decir una cosa que suena un poco raro, pero diría que lo que más me ha costado ha sido desnudar al personaje, esa "entrega al misterio" como dice Víctor, ese mirar sin máscaras, sin artificio, con autenticidad. Cuando Víctor me llama para para hacer esta película, una de las cosas que él quiere es una Ana que él conoce; no quiere algo que yo cree sino que muestre mi lado más íntimo y más cercano, una forma sincera de mirar y yo, que con Víctor tengo una entrega absoluta, lo que me pida se lo doy. Además a él no le puedes esconder casi nada a través de la cámara, lo ve todo.


¿Qué éxitos esperas que coseche "Cerrar lo ojos"?

Yo sólo espero que la película llegue y guste, eso me haría una ilusión tremenda; por Víctor y por este tipo de cine que a mí me apasiona. Este cine no necesita estar en todas partes, en toda las plataformas, en todas las televisiones; sólo espero que haya un espacio para él, aunque sea pequeño y que la gente lo aprecie y le conmueva o le lleve a algún lugar, o le haga pensar algo, le haga sentir algo. Eso ya sería un triunfo tremendo, no sólo para nosotros sin también para todos los que de verdad aman el cine.


Entrevista a José Coronado y Manolo Solo



Víctor Erice ha pedido expresamente que "Cerrar los ojos" sea vista en cines y hablaba de las diferencias entre el cine y el proyecto audiovisual que engloba a las televisiones. Vosotros tenéis experiencia sobrada en ambos medios, tanto en cine como en televisión. ¿Dónde os colocáis tanto como espectadores como creadores a la hora de afrontar estas diferencias?

José: Hay una diferencia abismal entre el cine, además como lo concibe Erice, y todos los proyectos de esta nueva era en la que entra lo digital, las plataformas y en la que todo se consume mucho más rápido y hay mucho más efecto, más artificio. Yo como espectador me coloco en el lado del cine y tengo ganas de hacer ese cine. Sin embargo, como trabajador del oficio, como actor, tengo que decir que me da igual. Mi misión es hacer creíble lo que no es real, tengo licencia para mentir y eso lo voy a hacer igual en cualquier soporte, desde teatro hasta cine a televisión, a donde sea. No, pero sí que hay un.

Manolo: Erice y Coronado son más nostálgicos, yo tengo un punto romántico hacia el cine como una experiencia común que se vive en una sala oscura y que es al fin y al cabo una experiencia inmersiva que se vive con gente. Pero el tiempo pasa y bueno, todo evoluciona y la situación actual es la que es. Dentro de esto yo me posiciono, no tanto en la dialéctica cine antiguo o plataformas sino que prefiero posicionarme al lado de la calidad o de lo que yo creo que es la calidad; y eso cada vez más me cuesta encontrarlo en las plataformas, en el cine no tanto. Pero yo me posiciono del lado del producto bien hecho, ese es el que a mí me toca.

José, después de 30 años de carrera es la primera vez que trabajas con Víctor Erice. ¿Cómo has vivido esta experiencia?

José: Con mucho respeto desde el primer momento. Lo primero que me atrajo del proyecto fue trabajar con Víctor Erice, claro, poder trabajar con un genio, un maestro; y luego el personaje me pareció todo un reto. En esta película hay 3 protagonistas y el que presentaba mayor dificultad era el tercero, que es el que Víctor me pedía. El personaje requería un despojamiento radical de mi ser y de todo lo que había conocido para quedarme en nada, para ser como un niño otra vez. Y eso me pareció muy difícil, mi única arma eran los ojos y poco más. Pero a los actores siempre nos gustan los retos y que nos pongan las cosas difíciles.

Manolo, tu papel como vemos en la película es el de un director que por momentos se nos puede asemejar mucho a Erice, como una especie de alter ego. Ya sé que él mismo nos ha pedido que no hagamos una lectura tan personal de la película, pero ¿tú al leer el guión también sentiste eso? ¿Hablaste de ello con Erice?

Manolo: A mí también me pareció bastante plausible desde el primer momento. Vi reflejos de él en mi personaje inevitablemente y también en todo lo que rodea la visión del cine de Miguel Garay. Es verdad que por pudor ni siquiera he querido preguntarle cuánto de cierto hay en eso y él tampoco me comentó nada al respecto. Únicamente durante el rodaje llegó a decirme en algún momento que mi personaje podía ser él en una circunstancia extrema o podía haber sido él en cierta manera. Pero eso fue todo. Como él ya ha dicho en alguna ocasión esta no es una película autobiográfica, pero yo personalmente sí he visto ciertas conexiones de mi personaje con él, con su vida, con sus heridas.

José: Pero Erice no sólo está en el personaje de Miguel Garay, también en el de Julio Arenas, mi personaje. Víctor no es un hombre al que conozcamos por haber estado en grandes eventos; es alguien que ha buscado aislamiento para poder levantarse y vivir feliz. Y ese deseo de desaparecer también lo refleja en mi personaje.

Como actores a la hora de acercarnos al proyecto, ¿estáis predispuestos a encajar en esta imagen que tenemos del cine de Erice?

José: Yo tenía toda la intención de incluirme en esa imaginería, pero fue difícil por el código que él maneja. Víctor es un director de hablar muy poco, de no ensayar nada, de buscar el misterio en el momento, o como dice él "de abandonarte al misterio"; y lo hacíamos sin saber muy bien dónde íbamos, dejándonos llevar por lo racional. Intentábamos hacer lo que podíamos. En Cannes vimos la película todos por primera vez y en ese momento dije "mira ¡qué maravilla, lo ha conseguido" Pero yo durante el rodaje estaba muy desorientado y quizás eso es lo que buscaba Víctor. Así que para relajarme un poco y no vivir cada día agobiado, entendí que tenía que hacer un ejercicio de humildad y amor al oficio y entregarme a él, a sus deseos y no a lo que tú piensas que sería bueno.

En las escenas finales vemos a dos amigos que se reencuentran después de 30 años sin verse. ¿Cómo trabajasteis vosotros esa dinámica en las escenas en todo el tercio final de la película, cuando ya os encontráis y pudisteis trabajar juntos?

José: Yo las trabajé sin ninguna tipo de emoción, porque claro, en ese momento de la película mi personaje no sufre, está ausente, es un niño. Me daba igual que me hablara él a que me hablase el jardinero de turno que viniese. Ahí Manolo era el que tenía más luchas y más conflictos.

Manolo: Sí, intentaba penetrar en ese cristal esmerilado que tenía delante de su memoria y conseguir contactar, y claro, José (Coronado) no me podía dar nada. Eran secuencias muy bonitas de rodar porque yo me imaginaba que nos conocíamos mucho y que habíamos sido uña y carne, y que ahora estaba absolutamente ausente e intentaba conectar con él.

José: La posición de Manolo (Sólo) era muy difícil porque, al fin y al cabo, un actor se alimenta de la réplica que le da el otro y yo no le daba nada.

Manolo: Pero bueno, esa nada ya era mucho porque así son los personajes.

¿Qué le diríais a los espectadores que vayan a ver "Cerrar los ojos"?

José: Que se dejen llevar. Víctor, es que es muy respetuoso con el ser humano y te trata con mucho respeto, y por eso apela a tu inteligencia para que tú saques la conclusión que quieras de cada momento, de cada escena.

Manolo: Y que por favor no se dejen amedrentar por la duración de la película (el corte final tiene una duración de 169 minutos). No es tan pesada como una obra de su duración puede parecer a priori. Así que solo les diría que vayan todos al cine a verla.



Entrevistas realizadas por Ainhoa Mela.